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El futuro del transporte eléctrico en México: retos y oportunidades reales

No es ciencia ficción: los autos eléctricos ya están aquí

Hace unos años, hablar de transporte eléctrico en México parecía un sueño lejano, reservado para otros países. Hoy, la conversación ha cambiado: ya circulan autos eléctricos en varias ciudades, hay puntos de recarga en carreteras clave, y el gobierno federal ha lanzado proyectos que apuntan hacia una movilidad más limpia. Sin embargo, el camino aún está lleno de baches. ¿Está México listo para subirse de lleno a esta revolución?

Un mercado en crecimiento, pero con frenos

La venta de vehículos eléctricos e híbridos ha crecido en los últimos cinco años. Según datos de la AMIA (Asociación Mexicana de la Industria Automotriz), tan solo en 2023 se vendieron más de 50,000 unidades eléctricas e híbridas. Aun así, representan menos del 2% del total del parque vehicular nacional. La razón: precios altos, poca infraestructura de carga y falta de incentivos en varios estados.

Las grandes ciudades avanzan primero

CDMX, Guadalajara y Monterrey encabezan la adopción de autos eléctricos, principalmente por razones económicas y ambientales. La capital, por ejemplo, ha implementado estaciones de recarga públicas y subsidios en el pago de tenencia para autos eléctricos. Además, la exención del programa Hoy No Circula es un incentivo fuerte.

¿Y las ciudades medianas o rurales?

Ahí el avance es mucho más lento. En muchas ciudades del país no hay una sola estación de carga pública. Y aunque algunas marcas ofrecen cargadores caseros, no todos tienen las condiciones para instalar uno. La transición eléctrica, por ahora, sigue siendo un privilegio urbano y de clase media alta.

Transporte público: el verdadero reto

Más allá de los autos particulares, el verdadero cambio está en el transporte público. Proyectos como el Trolebús Elevado en CDMX o la electrificación de parte del sistema de transporte en Jalisco muestran que sí se puede. Pero fuera de estas excepciones, la mayoría del transporte público sigue siendo altamente contaminante, viejo y sin planes claros de renovación.

¿Qué está haciendo el gobierno federal?

En 2024 se lanzó el Plan Nacional de Electromovilidad, que incluye incentivos para fabricantes, apertura de créditos verdes y metas para la instalación de infraestructura de carga. También se anunció la intención de producir baterías y vehículos eléctricos en el país, en alianza con empresas internacionales. El reto será pasar de los anuncios a los resultados.

Inversión privada y marcas interesadas

Empresas como Tesla, JAC, BYD y BMW han mostrado interés en el mercado mexicano. Algunas ya ensamblan vehículos eléctricos aquí, otras han iniciado negociaciones para abrir nuevas plantas. Además, marcas chinas como Chirey o MG están apostando fuerte con modelos más accesibles. Esto podría abrir la puerta a una electrificación más amplia en los próximos años.

Factores que frenan la adopción

Uno de los principales obstáculos es el precio. Aunque han bajado, los vehículos eléctricos siguen siendo más caros que los de combustión interna. A eso se suma el miedo a “quedarse sin batería” en carretera, lo que se conoce como “ansiedad de autonomía”. Muchos mexicanos no se sienten seguros usando un auto que no pueden recargar fácilmente fuera de la ciudad.

Infraestructura: el punto débil

Actualmente, hay poco más de 1,300 estaciones de carga en todo el país, concentradas en su mayoría en zonas urbanas del centro y norte. Eso limita los viajes largos y desincentiva a quienes sí podrían hacer el cambio. Se necesita una red nacional funcional, bien distribuida y mantenida.

¿Y los beneficios reales?

Menor gasto en combustible, menos mantenimiento, cero emisiones locales, acceso a incentivos fiscales… son ventajas reales. Además, en un país con altos niveles de contaminación urbana, la movilidad eléctrica podría mejorar la salud pública. Pero todo eso depende de que el acceso sea masivo, no exclusivo.

¿Es el futuro inevitable?

Sí, pero no será parejo ni automático. La movilidad eléctrica va a imponerse poco a poco, pero su adopción en México dependerá de políticas públicas bien dirigidas, inversión en infraestructura y educación del consumidor. También será clave que los autos eléctricos bajen su precio y que las opciones no se limiten a modelos de lujo.

No se trata solo de cambiar el motor

La transición a la electromovilidad es también una oportunidad para cambiar la forma en que nos movemos: menos autos, más transporte colectivo limpio, más ciudades caminables. Si se aprovecha bien, no solo será un avance tecnológico, sino una transformación profunda en la calidad de vida urbana.

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