Las remesas enviadas por mexicanos que viven en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, han alcanzado cifras históricas en los últimos años. Este flujo constante de dinero no solo representa una ayuda directa a millones de familias, sino que también tiene efectos profundos en la economía local de varios estados del país.
Una fuente vital de ingresos para miles de hogares
Según datos del Banco de México, en 2024 se registró un ingreso récord de más de 63 mil millones de dólares en remesas. Estas transferencias representan en muchos casos el sustento principal de hogares en estados como Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Oaxaca.
En estas regiones, el dinero enviado desde el extranjero se usa principalmente para cubrir necesidades básicas como alimentos, vivienda, salud y educación. Sin estas transferencias, muchas comunidades rurales enfrentarían serias dificultades para sostenerse.
Impacto en el comercio local
Las remesas no solo benefician a las familias que las reciben, sino que también dinamizan el comercio local. Tiendas, pequeños negocios y servicios en zonas con alta recepción de remesas experimentan un incremento en ventas y actividad económica. Este efecto de “derrame” ayuda a sostener empleos y a generar una economía más activa a nivel comunitario.
En municipios donde las oportunidades de empleo son escasas, el consumo impulsado por remesas puede representar la diferencia entre la subsistencia del pequeño comercio y su desaparición. Panaderías, ferreterías, talleres mecánicos y farmacias locales encuentran en estos recursos una base sólida de clientes.
Construcción y mejoras de vivienda
Uno de los sectores más beneficiados por las remesas es la construcción. Miles de familias destinan parte de estos recursos a edificar, ampliar o remodelar sus viviendas. Esto genera demanda de materiales, mano de obra y servicios asociados, impulsando así la economía local.
En muchos pueblos y comunidades del Bajío y el sur del país, es común ver casas en proceso de construcción que se financian en su totalidad con dinero enviado desde el extranjero. Este fenómeno también ha dado lugar al crecimiento de negocios especializados en materiales de construcción y ferreterías.
Remesas y servicios financieros
El crecimiento del flujo de remesas también ha tenido un efecto positivo en la inclusión financiera. Muchas familias que antes no utilizaban servicios bancarios han comenzado a abrir cuentas para recibir sus transferencias de manera más segura y eficiente.
Esto ha llevado a que bancos y fintechs desarrollen soluciones adaptadas a comunidades con poca infraestructura financiera. Cajeros automáticos, apps móviles y corresponsales bancarios se están volviendo cada vez más comunes en zonas donde antes predominaba el efectivo.
Diferencias regionales
Si bien el impacto de las remesas es generalizado, no es igual en todos los estados. Michoacán, por ejemplo, recibió en 2023 más de 5 mil millones de dólares, cifra que supera incluso su presupuesto estatal en algunas áreas clave. Guanajuato y Jalisco también se encuentran entre los estados con mayor recepción.
En contraste, estados del norte como Nuevo León o Baja California tienden a depender menos de las remesas, ya que su economía se basa más en industria, exportaciones y empleo formal. Esta disparidad regional genera diferencias significativas en la dependencia económica respecto al dinero que llega del exterior.
Riesgos de dependencia
A pesar de sus beneficios, el fuerte peso de las remesas en algunas economías locales plantea riesgos. Una alta dependencia puede hacer que comunidades enteras se vuelvan vulnerables a cambios en las políticas migratorias de Estados Unidos o a crisis económicas que afecten a los migrantes.
Además, en muchos casos las remesas no se traducen en inversiones productivas o generación de empleo local, sino que se consumen directamente. Esto limita su impacto a largo plazo en el desarrollo económico de las regiones receptoras.
Hacia un uso más estratégico
Algunos programas municipales y estatales han comenzado a fomentar un uso más estratégico de las remesas. Por ejemplo, hay iniciativas que ofrecen coinversión en proyectos productivos cuando las familias receptoras destinan parte de su dinero a negocios locales, agricultura o manufactura.
También se promueve la educación financiera como herramienta para que las familias hagan un uso más eficiente del dinero recibido, generen ahorro y planeen inversiones a futuro. Este tipo de políticas busca convertir las remesas en una palanca de desarrollo más sostenido y menos dependiente del consumo inmediato.
Una oportunidad que requiere visión
Las remesas representan una de las principales entradas de divisas al país y un motor económico clave en muchas regiones. Pero para que este flujo se traduzca en desarrollo duradero, es necesario que tanto gobiernos como comunidades y familias adopten un enfoque más planificado y productivo.
Más allá del alivio inmediato que ofrecen, las remesas pueden convertirse en un recurso estratégico para transformar la economía local si se integran en políticas públicas y proyectos comunitarios con visión de largo plazo.