El “súper peso”: fenómeno macroeconómico que pocos sienten en el bolsillo
Desde mediados de 2023, el peso mexicano ha mantenido una apreciación notable frente al dólar estadounidense, ganándose apodos como “el súper peso” o “la joya de América Latina”. Sin embargo, mientras los mercados financieros celebran esta fortaleza, millones de mexicanos se preguntan si ese beneficio macroeconómico se traduce en mejoras reales para su vida cotidiana. La respuesta, como suele suceder en economía, no es tan directa.
¿Por qué el peso se ha fortalecido?
Existen varios factores detrás del fortalecimiento del peso frente al dólar:
- Altas tasas de interés: El Banco de México ha mantenido una tasa alta, lo que atrae inversión extranjera en bonos y valores.
- Estabilidad fiscal: A pesar de los desafíos políticos, el país mantiene un control relativamente firme sobre su deuda y gasto público.
- Remesas históricas: La llegada constante de dólares al país vía remesas familiares ha inyectado liquidez y confianza en la moneda local.
- Fenómeno de nearshoring: Empresas internacionales están relocalizando operaciones a México, generando expectativas de crecimiento económico.
¿A quién sí beneficia un peso fuerte?
Las empresas importadoras, sobre todo las que dependen de productos o insumos comprados en dólares, se ven directamente beneficiadas. También quienes viajan al extranjero o compran tecnología importada. En teoría, un peso fuerte reduce los costos de importación, lo que podría traducirse en precios más bajos para el consumidor. Pero eso no siempre ocurre.
¿Por qué la mayoría no lo siente?
El grueso de la población vive con pesos, gasta en pesos y trabaja en pesos. La apreciación frente al dólar tiene poco impacto si tus gastos siguen subiendo en el supermercado, en el transporte o en la renta. Y eso es precisamente lo que ha ocurrido: la inflación interna no ha bajado al mismo ritmo que se fortalece la moneda.
Ejemplo claro: alimentos
Según datos del INEGI, productos como el huevo, la tortilla o el pollo han mantenido precios altos, incluso cuando el tipo de cambio favorece la importación de granos o combustible. Las cadenas de distribución, la especulación local o la escasa regulación de precios hacen que el beneficio no llegue al consumidor final.
¿Qué pasa con quienes reciben remesas?
Uno de los sectores que sí ha visto un impacto directo (y negativo) es el de las familias que reciben remesas en dólares. Un peso más fuerte significa que por cada dólar enviado, se reciben menos pesos. Así, mientras los bancos celebran la estabilidad cambiaria, en muchos hogares del sur y centro del país ha bajado el ingreso real.
¿Y los exportadores?
Empresas que venden al extranjero también enfrentan retos. Cobrar en dólares y convertir a pesos con una moneda nacional más fuerte reduce su margen de ganancia. Aunque el impacto no es crítico en todos los sectores, sí genera presión especialmente en pequeñas exportadoras o productores rurales que venden a través de intermediarios.
Lo que no se dice: percepción vs realidad
Para muchas personas, escuchar que “el peso está fuerte” crea la expectativa de que la economía va bien. Pero si eso no se refleja en el salario, en el precio de la canasta básica o en el acceso a servicios, la desconexión entre la narrativa oficial y la experiencia real genera frustración.
Entonces, ¿sirve o no tener un peso fuerte?
Desde el punto de vista macroeconómico, sí. Da confianza a los inversionistas, mejora la imagen del país en los mercados internacionales y evita presiones externas. Pero en términos de bienestar cotidiano, el impacto es desigual. Sin una estrategia para traducir esa estabilidad en mejoras directas para la población, la fortaleza del peso seguirá siendo un dato que solo entienden y celebran unos pocos.