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La economía informal en tiempos de apps: el nuevo ambulantaje digital

La economía informal en tiempos de apps: el nuevo ambulantaje digital

En México, la economía informal ha sido durante décadas una válvula de escape frente a la falta de empleo formal, el bajo salario mínimo y las crisis económicas. Puestos ambulantes, comercio en tianguis, trabajadores por cuenta propia… todos forman parte de ese 55% de la población ocupada que no tiene seguridad social ni prestaciones laborales. Pero en los últimos años, algo ha cambiado: la informalidad ya no solo vive en la calle, ahora también se mueve por apps, chats y redes sociales.

El nuevo rostro de la informalidad

Plataformas como Rappi, Uber Eats, DiDi, Mercado Libre o TikTok se han convertido en espacios donde miles de mexicanos generan ingresos sin contrato, sin prestaciones y, muchas veces, sin regulación. Son repartidores, vendedores independientes, influencers que hacen entregas, dan servicios o venden productos por su cuenta, usando herramientas digitales pero sin protección laboral alguna.

Lo que antes era una venta en esquina, ahora es una story en Instagram. Lo que antes era volanteo, ahora es una campaña en WhatsApp. La economía informal digital ha crecido de forma acelerada, sobre todo después de la pandemia, cuando miles de personas perdieron sus empleos formales y migraron a la supervivencia vía smartphone.

¿Es esto algo bueno o preocupante?

Depende de a quién se le pregunte. Por un lado, la digitalización permitió que personas sin experiencia formal puedan ofrecer productos o servicios desde casa. Por otro lado, este modelo traslada todo el riesgo al trabajador. No hay vacaciones, ni seguridad médica, ni seguro contra accidentes. Y mientras las plataformas ganan millones, los trabajadores dependen de calificaciones, algoritmos y tarifas cambiantes.

El caso de los repartidores: sin calle ni oficina

En ciudades como CDMX, Guadalajara o Monterrey, los repartidores de apps han tomado el espacio público de forma masiva. No son empleados, pero tampoco son 100% independientes. No tienen salario fijo, pero deben cumplir tiempos, zonas y políticas impuestas por las empresas. Esta “tercera categoría laboral” no existe legalmente, lo que los deja en un limbo donde nadie se responsabiliza por ellos.

Muchos trabajan jornadas de más de 10 horas, sin acceso a IMSS, sin aguinaldo y sin derecho a organizarse formalmente. Y cuando hay accidentes, robos o bloqueos en la app, los costos los asumen ellos.

El comercio informal en redes: Facebook y TikTok como mercado

Otro fenómeno creciente es el de vendedores que usan sus perfiles personales o páginas de Facebook para ofrecer desde ropa y cosméticos hasta comida y servicios técnicos. No tienen registro fiscal, pero sí miles de seguidores. No pagan renta de local, pero sí se enfrentan a fraudes, reportes o bloqueos de cuenta.

La falta de regulación clara deja a estos vendedores en la informalidad, aunque muchas veces ganan más que en un empleo formal. Sin embargo, sin facturación, no pueden acceder a créditos, apoyos gubernamentales o licencias comerciales. Y ante una queja o disputa, no hay autoridad que medie.

¿Y el SAT? Observando, pero sin actuar a fondo

El Servicio de Administración Tributaria ha comenzado a poner atención en estos modelos, sobre todo con la obligación de que plataformas retengan impuestos a sus usuarios. Pero esto solo aplica si el trabajador acepta registrarse y emitir facturas, lo cual ocurre en muy pocos casos.

Además, hay muchas lagunas legales: ¿Cómo se fiscaliza a un influencer que cobra en especie? ¿Cómo se regula a un vendedor que usa perfil personal y no página empresarial? ¿Qué pasa si un repartidor trabaja para tres apps distintas al mismo tiempo?

¿Qué necesita cambiar?

1. Nuevas leyes laborales digitales

Es urgente que México reconozca legalmente el trabajo en plataformas digitales, estableciendo derechos mínimos: seguro contra accidentes, aportaciones voluntarias al IMSS, reglas claras de tarifas y horarios.

2. Capacitación fiscal para nuevos emprendedores

No basta con obligar a todos a darse de alta. Hace falta enseñar de forma sencilla cómo facturar, qué declarar y cómo llevar un registro básico de ingresos. Muchos evitan formalizarse por miedo, no por mala intención.

3. Crear esquemas híbridos de formalización

El gobierno podría impulsar figuras legales simplificadas para estos trabajadores: algo entre autónomo y microempresario, con cuotas proporcionales a ingresos reales.

El reto no es eliminar la informalidad: es adaptarse a su nueva cara

La informalidad digital no se va a detener. De hecho, va a crecer. Pero ignorarla solo prolonga los problemas. El Estado mexicano debe entender que regular no es lo mismo que prohibir, y que la tecnología exige marcos legales actualizados. Si se quiere que esta nueva economía sirva para el desarrollo y no para la precariedad, se necesitan reglas justas, accesibles y realistas.

El nuevo ambulantaje no está en la banqueta. Está en el feed, en la app, en el DM. Y también necesita derechos.

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