¿Qué tan preparada está la educación pública para la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial (IA) ya no es ciencia ficción. Está presente en buscadores, asistentes virtuales, redes sociales, diagnósticos médicos y hasta en las tareas escolares. Mientras el mundo avanza a pasos agigantados en su adopción, la pregunta es inevitable: ¿está preparada la educación pública mexicana para enfrentar —y aprovechar— esta tecnología?
La respuesta corta: aún no. Pero la larga es más compleja. Porque si bien existen avances, políticas e iniciativas, la brecha entre el potencial de la IA y la realidad en las aulas públicas es enorme.
IA en el mundo educativo: lo que ya se está haciendo
A nivel internacional, la IA se usa para personalizar el aprendizaje, detectar rezagos, automatizar calificaciones o incluso crear plataformas adaptativas. Algunas universidades emplean algoritmos para identificar riesgo de deserción o diseñar contenidos a medida.
En educación básica y media, se aplican chatbots, programas de tutoría digital o herramientas como Khan Academy o Duolingo, que usan IA para adaptar el ritmo al estudiante. Sin embargo, la mayoría de estas soluciones requieren conectividad, dispositivos y docentes capacitados.
¿Y en México qué tenemos?
La SEP ha hecho intentos por integrar la tecnología en el aula, sobre todo a raíz de la pandemia. Programas como Aprende en Casa o el uso de Google Classroom en algunas escuelas fueron pasos importantes. Pero eso no es IA.
La mayoría de las escuelas públicas carecen de:
- Conectividad estable.
- Dispositivos suficientes.
- Plataformas con IA integradas.
- Capacitación docente en herramientas emergentes.
Es decir, la IA no ha llegado al aula promedio. Y cuando llega, es de forma informal, a través de celulares personales, aplicaciones externas o tareas resueltas con ChatGPT sin supervisión.
Lo que los estudiantes ya están haciendo (con o sin permiso)
Mientras las instituciones apenas discuten cómo integrar la IA, los estudiantes ya la usan. Muchos resuelven tareas con ayuda de chatbots, traducen textos automáticamente o usan herramientas para resumir o generar ideas. Algunos hasta crean presentaciones enteras con plataformas basadas en IA generativa.
Esto genera un dilema: ¿es trampa o es adaptación? ¿Debería prohibirse o enseñarse a usar con criterio? Por ahora, la mayoría de los docentes simplemente no sabe que estas herramientas existen o cómo detectarlas.
El papel de los docentes
Uno de los grandes pendientes es la formación docente. La mayoría de los profesores de educación pública no ha recibido capacitación formal en IA, ni en alfabetización digital avanzada. Y sin esa base, no pueden aprovechar ni guiar el uso de estas tecnologías.
Además, muchos docentes enfrentan sobrecarga administrativa, grupos saturados y falta de tiempo para innovar. La IA puede ayudar a aligerar esas cargas, pero solo si se les da acceso y formación real.
¿Puede la IA reducir las brechas educativas?
En teoría, sí. La IA permite adaptar el aprendizaje al ritmo y estilo de cada estudiante. Podría ayudar a quienes tienen rezago, dificultades de aprendizaje o falta de apoyo en casa. Pero si no se garantiza el acceso, solo profundizará la brecha entre escuelas privadas y públicas, zonas urbanas y rurales, conectados y desconectados.
La IA no corrige desigualdades. Si no se planea con enfoque de equidad, puede agravarlas.
Lo que se necesita (y aún no llega)
- Políticas educativas claras: no solo “digitalización”, sino integración de IA con objetivos pedagógicos.
- Inversión en infraestructura: conectividad, servidores, dispositivos, licencias.
- Capacitación docente especializada: no cursos genéricos, sino formación práctica, continua y evaluada.
- Regulación del uso estudiantil: definir qué herramientas pueden usarse, cómo y con qué criterios de evaluación.
- Alfabetización digital crítica: enseñar a los alumnos a usar IA con ética, responsabilidad y pensamiento crítico.
¿Qué sí se está haciendo bien?
Algunas universidades públicas como la UNAM, IPN o UAM ya investigan y desarrollan aplicaciones de IA. Existen centros de innovación educativa que trabajan con algoritmos, aprendizaje automático y big data. Pero estas experiencias aún no bajan al nivel básico o medio.
En educación básica, algunos docentes innovadores han integrado herramientas como Kahoot, Quizizz, Canva o plataformas con IA ligera. Pero son casos aislados, no parte de una política nacional.
El riesgo de no hacer nada
La IA no esperará a que el sistema educativo esté listo. Ya está transformando el mercado laboral, la forma de estudiar, la manera de acceder al conocimiento. Si la educación pública no se adapta pronto, corre el riesgo de quedarse aún más atrás. Y eso significaría formar generaciones con habilidades obsoletas para un mundo que ya cambió.
El desafío no es enseñar a programar IA en cada escuela. Es formar estudiantes que sepan cómo funciona, cómo usarla a su favor y cómo cuestionarla cuando sea necesario.
Porque en esta nueva era, no basta con saber leer y escribir. También hay que aprender a dialogar con máquinas… y entender lo que hay detrás de cada respuesta.