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La economía del litio en México: promesas, conflictos y actores reales

La economía del litio en México: promesas, conflictos y actores reales

El litio ha sido llamado “el oro blanco del siglo XXI” por su papel clave en la fabricación de baterías recargables para autos eléctricos, dispositivos móviles y sistemas de almacenamiento energético. México, al contar con importantes yacimientos en Sonora, ha entrado al radar global como potencial potencia en este mineral. Pero más allá del discurso político, la realidad es compleja: promesas de riqueza, tensiones con comunidades, pugnas legales y muchas interrogantes sobre quién ganará con esta nueva fiebre minera.

¿Qué tan grande es la apuesta mexicana?

Sonora concentra uno de los yacimientos de litio más grandes del mundo, descubierto por la empresa Bacanora Lithium (ahora propiedad de Ganfeng, una firma china). Se calcula que hay reservas por más de 240 millones de toneladas en arcilla, lo que posiciona a México como un actor relevante, aunque aún en fase de exploración y preparación técnica.

En 2022, el gobierno federal declaró al litio como un mineral estratégico para la nación. Se creó LitioMx, una empresa estatal encargada de su explotación, y se reformó la Ley Minera para reservar su extracción exclusivamente al Estado. La narrativa fue clara: el litio será para los mexicanos. Pero, ¿es tan sencillo?

LitioMx: promesa o burocracia

LitioMx nació con la misión de gestionar directamente la explotación del mineral, establecer alianzas estratégicas y coordinar con otras instituciones. Pero hasta ahora no ha producido un solo gramo de litio. Tampoco ha emitido una hoja de ruta clara, ni cuenta con infraestructura propia. La falta de experiencia técnica y capital ha levantado dudas sobre su viabilidad real.

Mientras tanto, empresas privadas —sobre todo extranjeras— siguen presionando por mantener sus concesiones otorgadas antes de la reforma, con base en derechos adquiridos. La tensión legal está servida: ¿puede el Estado nacionalizar algo que ya había sido concesionado legalmente?

Conflictos con comunidades locales

Los principales yacimientos de litio en Sonora se ubican en territorios de comunidades rurales y ejidales. Aunque algunas esperan beneficios, otras temen el impacto ambiental, la escasez de agua y la pérdida de control sobre sus tierras.

La experiencia con otras industrias extractivas (como el oro o la plata) ha dejado un historial de promesas incumplidas, contaminación y desplazamientos. En este contexto, el litio no genera entusiasmo automático, sino desconfianza. Sin un marco claro de consulta, participación y beneficio local, el conflicto social podría escalar.

El problema técnico del litio mexicano

A diferencia del litio extraído en salares de Bolivia o Chile, el litio mexicano está contenido en arcillas. Esta forma de extracción es más costosa, requiere procesos químicos complejos y aún no se ha implementado con éxito a gran escala en ningún país.

Esto implica que, aunque haya litio en grandes cantidades, no necesariamente es rentable extraerlo con la tecnología actual. Las empresas interesadas están desarrollando métodos propios, pero no han probado su eficiencia comercial a largo plazo.

Actores clave en el escenario

1. Gobierno federal

Ha apostado por el control estatal del litio, pero aún no tiene la infraestructura ni los recursos para explotarlo directamente. Busca alianzas con gobiernos como Bolivia o Argentina.

2. Empresas extranjeras

Ganfeng Lithium, de China, lidera las inversiones. También hay interés de empresas de Canadá, Australia y EE.UU., que reclaman derechos adquiridos antes de la reforma.

3. Comunidades locales

Algunas esperan empleo y desarrollo. Otras denuncian opacidad, falta de consulta y posible afectación ambiental. Sin mecanismos claros de participación, el malestar va en aumento.

4. Mercado global

La demanda de litio se dispara con la transición energética. Tesla, BYD, Panasonic y otras gigantes tecnológicas buscan fuentes seguras de abastecimiento. México aparece en sus mapas, pero con muchas incógnitas.

¿Y qué pasa con el medio ambiente?

La extracción de litio implica grandes volúmenes de agua, químicos agresivos y alteración del subsuelo. En un país donde ya hay crisis hídrica en muchas regiones, esto podría agravar tensiones y generar impactos irreversibles si no se regulan los procesos con rigor ambiental.

Hasta ahora, no existe una Norma Oficial Mexicana específica para la explotación de litio. Las reglas actuales se basan en minería convencional, lo cual es insuficiente ante los retos técnicos y ambientales que implica este mineral.

Litio sí, pero ¿para quién?

La narrativa oficial apuesta al litio como palanca del desarrollo nacional, pero sin una cadena de valor local —fábricas de baterías, centros de investigación, empleo especializado— la riqueza se quedará en el subsuelo o en manos de otros.

Expertos advierten que si no se invierte en ciencia, infraestructura y capacidades locales, México podría repetir la historia: ser exportador de materia prima sin control sobre su transformación o valor agregado.

El verdadero reto: convertir el discurso en política pública

Explotar el litio de manera justa, sustentable y rentable requiere algo más que discursos soberanistas. Hace falta:

  • Capacidad técnica real en LitioMx.
  • Transparencia en contratos y concesiones.
  • Consulta efectiva a comunidades.
  • Un marco ambiental riguroso.
  • Alianzas estratégicas con centros de investigación nacionales.

De lo contrario, el “oro blanco” podría terminar siendo otro recurso desaprovechado… o peor: otra fuente de conflicto.

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