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¿Debería regularse el uso de redes sociales en menores? Un debate urgente en México

Un scroll que empieza demasiado temprano

No es raro ver a niños de 9 o 10 años usando TikTok, mandando stickers por WhatsApp o grabando videos para YouTube. Las redes sociales, pensadas en un inicio para adultos, se han convertido en parte del día a día de millones de menores en México. Ante esto, la pregunta no es si deben usarlas, sino si deben existir límites legales que regulen su acceso y uso.

El vacío legal en México

Actualmente no existe en el país una legislación clara que regule de forma efectiva el acceso de menores a redes sociales. Aunque las plataformas establecen una edad mínima (generalmente 13 años), esta medida depende de la veracidad con la que el usuario se registre. En la práctica, cualquier niño con un dispositivo puede tener una cuenta en cuestión de minutos.

¿Y los padres?

La responsabilidad parece recaer por completo en las familias, pero en un contexto donde muchos padres trabajan largas jornadas y tienen poco conocimiento sobre los riesgos digitales, esta expectativa no es realista ni justa. Además, no todos los adultos están preparados para orientar a sus hijos en un entorno tan complejo como el digital.

Los riesgos detrás de la pantalla

Las redes sociales pueden ser herramientas poderosas de creatividad, comunicación y expresión. Pero también pueden exponer a los menores a peligros como:

  • Cyberbullying
  • Grooming (acoso por parte de adultos)
  • Contenido violento o sexual
  • Problemas de autoestima por comparación constante
  • Adicción a la validación externa (likes, seguidores, comentarios)

Estos problemas no son teóricos. Casos de suicidio, depresión o ansiedad en adolescentes vinculados al uso de redes están documentados en varios países, incluido México.

¿Regular o censurar?

Aquí entra el dilema central. Regular no significa prohibir. Significa establecer límites, horarios, mecanismos de verificación de edad, y sobre todo, herramientas de control parental que no sean solo decorativas. Países como Francia y España ya discuten leyes que prohíban el acceso a redes sociales a menores de 15 años sin consentimiento expreso de los padres.

¿Sería viable en México?

El debate es complejo. Algunos expertos advierten que una regulación mal planteada puede derivar en censura, vigilancia excesiva o limitación del derecho a la información. Otros señalan que no hacer nada es igual de peligroso, y que el Estado no puede mantenerse al margen cuando una parte de la infancia está creciendo expuesta a entornos tóxicos sin supervisión.

La brecha digital también influye

No todos los menores tienen el mismo acceso ni las mismas condiciones. Mientras unos niños tienen iPads y acompañamiento terapéutico, otros crecen en zonas rurales con acceso limitado pero sin ningún tipo de guía. Una ley tendría que considerar estas realidades para no reforzar desigualdades.

Educación digital antes que prohibición

Más allá de la legislación, muchos especialistas coinciden en que el enfoque debe estar en la educación digital. Enseñar desde temprana edad el uso consciente, seguro y crítico de las redes sociales puede ser más efectivo que cualquier medida punitiva. Esto incluye alfabetización mediática, gestión de emociones y creación de espacios digitales sanos.

¿Y las plataformas, qué hacen?

Las redes sociales suelen lavarse las manos con términos y condiciones que pocos leen. Algunas han incorporado controles parentales o filtros de contenido, pero son insuficientes. Mientras sigan ganando dinero con clics, vistas y datos de usuarios jóvenes, su interés real por protegerlos seguirá siendo cuestionable.

Una conversación que ya llega tarde

La generación Z y la Alpha ya están creciendo con redes sociales como parte de su desarrollo emocional y cognitivo. No podemos darnos el lujo de seguir ignorando su impacto. Regular, educar y acompañar son acciones urgentes si queremos proteger el bienestar de millones de niñas, niños y adolescentes mexicanos.

¿Quién debería tomar la primera acción?

¿El Congreso? ¿La SEP? ¿Las plataformas tecnológicas? ¿Los padres? La respuesta más realista es: todos. Si no hay coordinación entre estos actores, cualquier intento de regulación será letra muerta. Y mientras tanto, los menores seguirán scrolleando sin red de protección.

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