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Redes comunitarias de internet: conectividad sin depender de grandes empresas

Cuando la red no llega, el pueblo la construye

En cientos de comunidades mexicanas, el acceso a internet sigue siendo un privilegio. No porque la gente no quiera, sino porque las grandes empresas de telecomunicaciones simplemente no ven rentable llegar a zonas apartadas, con pocos habitantes o sin infraestructura comercial. Pero ante esa ausencia, han surgido soluciones desde abajo: redes comunitarias de internet que demuestran que la conectividad también puede ser autónoma, local y colectiva.

¿Qué es una red comunitaria de internet?

Es un sistema de conexión instalado, gestionado y mantenido por la propia comunidad. Puede incluir torres, antenas, servidores, módems, energía solar y enlaces satelitales. El objetivo es brindar acceso a internet donde el mercado no llega, con tarifas bajas, reglas comunitarias y sin depender de grandes empresas.

El caso de Talea de Castro, Oaxaca

Este pueblo zapoteco fue uno de los primeros en instalar su propia red de telefonía e internet comunitaria. Lo hicieron sin Telmex ni Movistar. Con apoyo técnico, lograron establecer un sistema que hoy conecta a escuelas, clínicas y hogares, y lo operan ellos mismos. El costo mensual es mucho más bajo que el del mercado, y las ganancias se reinvierten en el mantenimiento del sistema.

¿Cómo se instala una red así?

El proceso varía según el terreno, el clima y la ubicación. Pero en general incluye:

  • Un nodo principal de conexión (enlace satelital o fibra óptica cercana).
  • Torres o mástiles con antenas para distribuir la señal.
  • Routers, repetidores y cableado local.
  • Un equipo técnico comunitario que da mantenimiento y soporte.

Muchos equipos se pueden conseguir donados, usados o financiados por ONGs. Lo importante es la organización social y el conocimiento colectivo.

Ventajas frente a las empresas tradicionales

  • Tarifas justas, acordadas por la comunidad.
  • Control total sobre el uso y la gestión del servicio.
  • Conexión sin contratos abusivos ni cortes arbitrarios.
  • Inclusión digital para escuelas, jóvenes y adultos mayores.

¿Y los problemas?

Claro que hay retos: mantenimiento técnico, sabotaje de empresas que ven amenazada su zona, y a veces falta de apoyo gubernamental. Pero las redes comunitarias están demostrando que pueden sostenerse con organización, transparencia y capacitación local.

¿Es legal hacer una red así?

Sí. El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) otorga concesiones sociales y comunitarias. Existen marcos legales para que comunidades accedan a frecuencias, enlaces satelitales y permisos sin fines de lucro. Lo que hace falta muchas veces es acompañamiento técnico y asesoría jurídica para cumplir con los trámites.

Organizaciones que apoyan

Colectivos como Rhizomatica, Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias, REDES AC o universidades públicas han acompañado procesos de instalación en Oaxaca, Chiapas, Puebla y Veracruz. También existen fondos nacionales e internacionales que apoyan la expansión de estas redes como parte del derecho a la comunicación.

Más que internet: autonomía digital

Estas redes no solo conectan para ver videos o redes sociales. Se han usado para alertas comunitarias, sistemas de radio por internet, educación en línea y hasta denuncias locales. Es una forma de soberanía tecnológica que cambia la forma de comunicarse desde el territorio.

¿Y en las ciudades pequeñas?

También es posible. Ya hay colectivos que están instalando nodos compartidos en barrios marginados, cooperativas escolares y colonias populares. Todo depende de la voluntad colectiva y de romper la idea de que solo las grandes empresas pueden “dar servicio”.

La conectividad como derecho, no como negocio

En un país donde aún hay millones sin acceso a internet, las redes comunitarias son una respuesta concreta, real y replicable. Demuestran que la tecnología no tiene por qué ser impuesta ni costosa: puede ser colaborativa, solidaria y construida desde abajo.

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